LAS BRUMAS

(DE EMILE VERHAEREN)

Brumas tristes de invierno, melancólicamente
Y dolorosamente, sobre mi pensamiento,
Sobre el corazón mío, tended vuestros sudarios,
Sudarios de hojas lívidas y de ramajes secos,
Mientras lejos, al fondo del horizonte, bajo
El vaho que del campo dormido va subiendo,
Entre los ecos sordos, el sonido de un Angelus
Se pierde y se lamenta, y al fin doliente y trémulo
En la noche se extingue, tan triste y desolado,
Que una corneja oculta, por la sombra, en el hueco
De una arcada, al oírlo sollozar, se despierta,
Y responde y se queja también en el silencio,
Y de pronto se calla, creyendo que en la torre
La agonía ha callado y la campana ha muerto.

Ismael Enrique Arciniegas