(DE LA CONDESA DE NOAILLES)
Canto para que sepan, cuando en la sepultura
Duerma, que a todo goce mi pecho dió cabida,
Y para que mi libro diga a la edad futura
Que amó con amor grande mi corazón la vida.
A las gratas labores del campo nunca extraña,
Encanto de mis ojos fué la Naturaleza,
Porque el agua y los prados, el sol y la montaña,
Nunca, como en mi alma, tuvieron más belleza.
Lo que he visto he cantado, todo lo que he sentido,
Dolor, placer o angustia del alma atribulada,
Porque vencer anhelo las sombras del olvido,
Y después de mi muerte quiero ser más amada.
Y para que un mancebo leyendo lo que escribo
Evoque en mis estrofas mis ideales huellas,
Y olvide a las que ha amado, y absorto y pensativo,
Vida me dé en sus sueños y me prefiera a ellas.
Ismael Enrique Arciniegas

