Por el balcón abierto, se veía
La luna. Clara noche de verano.
Una fragante ráfaga venía
Al saloncito azul… Y ella, en el piano.
La pantalla rojiza, más rosada
Hacía resaltar su tez de rosa,
Más azul, el azul de su mirada,
Y más blanca, su blusa vaporosa.
Furtivamente la miraba, y era
Como ensueño, en belleza idealizado…
Y su mano agitábase ligera
Como pájaro níveo en el teclado.
«Cuando muere el amor»… Doblé la frente.
Sentí en mi corazón que algo moría,
Y cantaba, en voz baja y dulcemente:
«Cuando muere el amor»… Y sonreía.
Ismael Enrique Arciniegas

